Mi amigo Luis Galán, autor de carnaval y mejor persona, hizo años atrás un trabajo sobre la mitica
agrupación portuense "Los Cuasimodos". Es algo extenso pero muy interesante....
LEYENDA Y VERDAD DE “LOS CUASIMODOS”
Aquella tarde, la siesta había sido inquieta, sin dejarse mecer en el
descanso de las ideas. Una y otra vez, entre sueños, aparecía en el escenario
onírico la silueta de un hombre extraño, desgarbado... cargando una joroba en su
espalda repleta de pensamientos, vivencias, desprecios y desamores. Era la
silueta de un cuasimodo agitando un farol, que se había salido del libro que el
joven panadero leía en sus ratos libres. Notre Dame de París, novela escrita por
Víctor Hugo, había calado en las inquietudes de Manuel, y quiso hacerla suya, y
que mejor manera para conseguirlo que representar la obra del francés sobre el
escenario del Teatro Falla. “Si Paco Alba, pensó Manuel, se ha inspirado en Juan
Ramón Jiménez para realizar “Los Pajeros” el año anterior, ¿Porqué no puedo yo
escribir “Los Cuasimodos”?
Con esta pregunta afirmativa despertó de la siesta de aquella tarde de otoño.
Anduvo por las calles absorto en su obra, caminando pero olvidando los pies, era
el pensamiento quien le conducía hasta el bar “El Único” como peregrino vestido
de pierrot que busca su catedral de coplas.
Al llegar a la barra, estaban sus amigos inmersos en una reunión informal y
distendida. Manuel se dirigió a todos y expuso su idea de escribir “Los
Cuasimodos” y sintiendo cada palabra que pronunciaba en lo más profundo de su
alma, explicó con énfasis el “campo de escritura” que tenía ese tema y ese tipo.
Reunía tantas cualidades que nunca antes vio tan claro un tipo, siendo en este
caso tan complejo. Manuel Camacho “El Chusco”, no escribió una comparsa.
Escribió sus propios sentimientos trasladados a un personaje que había hecho
suyo. Y eso... se nota siempre.
Ante esta propuesta, uno de los componentes, concretamente “El Torreguera”,
subrayó la problemática a la hora de conseguir plasmar el tipo en escena,
contestando “El Chusco” que ya encontrarían la forma, pero que no estaba
dispuesto a dejar escapar este tema tan profundo y lleno de matices. Con un
boceto a lápiz extraído de un libro, presenta el tipo a los componentes y
coinciden que lo más difícil de conseguir sería la caracterización del rostro,
que presentaba un ojo caído y desfigurado.
Comienzan los ensayos en la casa de “el Pote”, y atreviéndose con la música,
“El Chusco” muestra el pasodoble completo de letra y música al grupo. El vello
se eriza y la piel de gallina se apodera de los componentes. Manuel había sacado
del sueño de aquella siesta de otoño al personaje, y escrito en primera persona,
deja impresionados a los presentes con esta letra:
“Cuando nace una criatura
entre sabanitas blancas
lo reciben con dulzura
...entre mimos y alabanzas.
En cambio mi nacimiento
fue lo más horrible
que hubo en esos tiempos.
La que a este mundo me trajo
se horrorizó de mi cuerpo.
Al nacer
como me iba a figurar
que en este mundo cruel
así me iban a tratar
... con que maldad.
Comprendí
mi gran inferioridad
cuando me quise reunir
con los niños de mi edad
... que crueldad
en mis negras letanías
lloraba gotas de sangre
pensando en la mare mía
de noche en mis oraciones
de rodillas a Dios decía
con un pesar muy profundo:
si luego me abandonó
¿porqué me trajo a este mundo?”
Cuando Manuel acabó de cantar este pasodoble, entendieron la importancia de
la obra que estaban comenzando. Aparte de la letra conmovedora, la música estaba
compuesta con una rotundidad excelente, haciendo gala del estilo más puro de El
Puerto. Tal era la preocupación por convencer al grupo en la posibilidad de
representar aquel tipo, que desde los comienzos comenzó a estudiar la forma de
conseguir la joroba y el efectismo del rostro desfigurado. Con bolas de paja,
simularon la joroba sujetando la bolsa de tela rellena de paja con dos cuerdas
de distintas medidas. De esta forma, quedaba inclinada hacia un lado y el
resultado podía ser mas positivo. Para la cara, se trasladaron algunos
componentes a Jerez de la Frontera, donde existía una tienda de disfraces. En
este comercio, hicieron las gestiones para traer desde Madrid una cera especial
para configurar las prótesis . Era el año 1.962, no lo olvidemos. Si en la
actualidad es fácil conseguir todo tipo de materiales, en aquellos tiempos todo
era difícil, muy difícil.
Los tres años que llevaba Manuel dedicándose en cuerpo y alma a las coplas,
le habían aportado la experiencia necesaria y el conocimiento total de cómo
había que realizar una obra carnavalesca. Nunca soñó con escribir una comparsa,
su ilusión y su objetivo iban en otra dirección: su deseo era representar una
obra personal artística, valiéndose del Carnaval como instrumento. Obsérvese el
sentimiento de soledad que derrocha en el siguiente fragmento del popurrí,
propio de una narración poética:
FRAGMENTO DEL POPURRÍ DE “LOS CUASIMODOS”
Debajo de mis campanas
Tengo un nido de palomas
a las que le echo migajas de pan,
para que ellas coman.
De noche al acostarme
les doy un beso en el pico
y me dicen cucurreando:
buenas noches, buen amigo.
No sería justo dejar de poner un par de cuplés buenísimos teniendo en cuenta
siempre la época que estamos tocando. Sobran las comparaciones con cuplés
actuales donde todo vale.
El carbón en las casas se sustituía por la cocina de gas y aunque nadie se
deshacía de los enormes lebrillos de barro cromados, las lavadoras comenzaban a
quebrar el silencio de los patios. La venta a plazos se imponía y las
necesidades creadas del consumismo comenzaba a dominar la sociedad española.
Sirva de ejemplo periodístico cantado, este cuplé:
CUPLÉ DE “LOS CUASIMODOS”
Hemos visto en este siglo
lo a gusto que vive el hombre
es raro el que no tiene
moto o bicicleta, abrigo y relojes.
Dicen que todo lo pagan
con muchas facilidades
y algunos tienen más letras
que siete universidades.
Le compran a sus mujeres
muchas cocinas modernas
no tienen que preocuparse
de carbones ni de leñas
y con el gas butano
que hoy se emplea en las casas
vemos a los carboneros
con telarañas en la garganta.
Aunque en diversas partes de su repertorio, las letras muestran el ferviente
deseo de ser considerado gaditano por encima de todo, no dejan excluido a El
Puerto y reflejan acontecimientos locales. Este es el caso del depósito que
había en la Plaza de Las Galeras, que una vez que fue derribado, motivó este
cuplé en el que hace referencia a su arquitectura en forma de copa o trofeo.
CUPLÉ DE “LOS CUASIMODOS”
Catorce taladradoras
y setecientas espiochas
gastaron los albañiles
para tirar del parque
la famosa copa.
Debían de haberla dejado
en honor a su memoria
o jugarla en un partido
entre el Racing y el Vitoria.
Lo que más gracia me hizo
eran dos que habían al lado
que con lágrimas en los ojos
decían desconsolados:
¡Ay mi copa del Parque
porque te habrán tirado
cuando todos los veranos
le dabas sombra a los parados.
Magistralmente supo incluir un tema local con el equipo de fútbol y acabar
con una ironía digna de un gran autor burlesco.Tras esta exposición sobre el
repertorio de “Los Cuasimodos”, retomaremos la historia donde la dejamos: el
tipo pendiente de lograr. En el local de ensayo, realizaron una prueba de lo que
sería el atuendo definitivo. Aquello funcionaba. La joroba era creíble y la cera
se adaptaba a la cara formando arrugas y deformaciones.
Convencidos de que la parte supuestamente mas
difícil de conseguir estaba resuelta, se concentraron en los ensayos. La
rivalidad entre ambos grupos era muy fuerte. Mientras que “Los Cuasimodos”
tenían como cuartel general el bar “El Único”, “Los Burros Inteligentes” se
reunían lejos de la calle Luna, concretamente en la calle Ganado, en el estanco
Eloy, que más tarde se transformaría en el bar San Eloy hasta derivar en la sede
de “Los Majaras”. La tensión era latente entre los componentes, pero de una
forma sana, aguardando con impaciencia la fecha de la presentación en el Teatro
Falla. “Los Burros...” conocían la calidad de “El Chusco” y “Los Cuasimodos”
sabían perfectamente de años atrás la capacidad de “El Cote“ y su padre para
escribir coplas mientras que en la faceta musical, “El Chusco” experimentaba por
primera vez. Tal vez el ansia de demostrar que tenía cualidades musicales,
innovó de una forma espectacular al incorporar en las voces un nuevo tono. Hasta
ahora, siempre se había cantado en tres cuerdas: la de tenor, la de segunda y la
de octavilla o alta. “El Chusco”, con su menuda voz pero melodiosa, subió un
tono completo por encima del octavilla, instaurando así lo que hoy se denomina
contralto. El Puerto llevaba con este invento una aportación significativa por
primera vez, que a través de los años, convertirían esta voz en una de las más
solicitadas. Apuntar para los aficionados mas jóvenes, que la guitarra todavía
no se había incorporado a las agrupaciones de carnaval.
El 13 de enero de 1.961, se efectúa el sorteo del
orden de actuación de agrupaciones, siendo la fase clasificatoria el día 31 de
enero y 1 de febrero y la final el día 2 del mismo mes. La suerte está a favor
de “Los Cuasimodos”, ya que su turno sería en la función de noche del martes 31,
mientras que a “Los Burros...” le toca cantar el mismo día pero en función de
tarde, con la consiguiente frialdad que suponía un espectáculo que daba comienzo
a las 18`30. En estos días previos al Concurso de Agrupaciones, se afina a
conciencia y el día antes del comienzo, sancionan a la chirigota de Paco Alba
“Pancho Albachi y sus Mamarrachis” por actuar en un establecimiento, no
ajustándose a las normas impuestas que dictaban la prohibición de actuaciones en
público antes del Concurso. Queda patente con esta actitud hostil la suerte que
correría la agrupación de “El Brujo” en el Concurso de este año.
“Los Burros...” gustan al público y salen contentos con su actuación. Por la
noche, llegado el turno de “Los Cuasimodos”, los nervios se apoderan de la
agrupación que tiene que soportar la magnifica actuación de “Los Taxistas”,
chirigota gaditana buenísima que deleita al público con cuplés pegadizos y
graciosos repitiendo una y otra vez haciendo interminable la espera de los
portuenses para iniciar su actuación. Con un farol de complemento en la mano,
los componentes pasean por detrás del escenario aguardando su momento y... se
abren las cortinas para dar paso a un momento histórico para las coplas de El
Puerto. Se apagan las luces y un cañón disparando una luz roja sobre la torre
del campanario del decorado, contrasta con las pequeñas luces de las velas que
portaban en sus farolillos movidos oscilatoriamente.
El público, aprovechando el anonimato que la oscuridad de la sala
proporciona abuchea a la agrupación de forma aislada desde el gallinero. “El
Chusco”, en pleno escenario, ordena a los componentes que se queden quietos y
que no comiencen a cantar hasta que el silencio no se adueñe del teatro. De
rodillas en el escenario, y con un silencio relativo, comenzaron la
presentación. Al llegar la estrofa de “Campanas, suenan mis campanas...” y
retumbaron en el Falla las cuatro voces que habían ensayado, el público guardó
silencio total y comenzó el gran pelotazo que todavía se recuerda entre los
círculos de aficionados ancianos. Las repeticiones a petición del respetable se
sucedían y la cera que llevaban sobre el rostro para simular los desperfectos,
comenzó a derretirse con el sudor, pero ya no importaba nada. La catarsis estaba
presente y era imparable.
Agotaron el repertorio compuesto por seis pasodobles y
seis cuplés más el popurrí, por lo que ante la insistencia del público no
tuvieron más remedio que interpretar “Los Duros Antiguos” para completar su
actuación. Ya en los camerinos, y en plena celebración del éxito, “El Chusco”
recibió la visita de Paco Alba, y según testigos, sus palabras textuales fueron:
“Enhorabuena, ¿cómo se me ha podido escapar a mí este tipo?”.
A los dos días, en plena final, la suerte jugó un papel decisivo para
aumentar la fama de esta comparsa. Cuando acabaron uno de sus pasodobles, las
luces del Teatro Falla se encendieron por completo, y ante el asombro de la
agrupación, observaron que en ese instante entraba la Reina de las Fiestas
Típicas, señorita Casilda Varela, y en honor a su llegada, “Los Cuasimodos”
ejecutaron una reverencia que le reportó un aplauso exagerado por parte del
público con el consiguiente “calentón” en beneficio del repertorio pendiente de
interpretar. Con las mil pesetas que suponía el primer premio, regresaron a El
Puerto de Santa María habiendo escrito un capítulo importante para la historia
de las coplas. Aquella siesta inquieta de Manuel en esa tarde de otoño, acabó
siendo un sueño placentero viendo su obra realizada y refrendada por el público
más sabio: el público gaditano.
-----------
Muchisimas Gracias, Luis.
No hay comentarios:
Publicar un comentario